¿Sueñan los gatos robóticos con peces
eléctricos?
El pasado mes se celebró en Barcelona el
festival Sonar. Dentro de éste festival dedicado a la música avanzada y el arte
multimedia cada año y desde su inicio hace ya 17 años se celebra una exposición
que bajo el nombre de SonarMática se dedica a explorar el arte tecnológico.
Este año los robots fueron los protagonistas en el CCCB.
El arte tecnológico ha avanzado mucho desde
que en 1909 Marinetti reivindicara la máquina frente a la escultura clásica. Óscar
Abril Ascaso, comisario de “(Back to) the Robots” en el CCCB, reivindica la
vuelta de los robots presentando obras creadas la mayor parte en contextos
artísticos pero dando también cabida a investigaciones realizadas en los
laboratorios universitarios de ingeniería.
En 1992 los artistas canadienses Louis-Philippe
Demers y Bill Vorn trabajaban ya con máquinas robóticas que respondían a
estímulos visuales y sonoros. Tanto ellos como el catalán Marcel·lí Antúnez
mostraron ya entonces sus creaciones en ésta línea. En 1996 después de
conocerse en Helsinki en el Festival MuuMedia, Eduardo Kac y Marcel·lí Antúnez,
realizaron una clarificadora declaración conjunta sobre la robótica y el arte:
“Los robots no son solamente objetos que el
público puede percibir -como ocurre con todas las otras manifestaciones
artísticas-, sino que son capaces de percibir al público por sí mismos,
respondiendo de acuerdo con las posibilidades de sus sensores. Los robots
manifiestan comportamientos. “
Estos creadores contemporáneos, admiradores de
Jean Tinguely y Nam June Paik, tal vez los padres de la robótica en el arte,
ven el arte robótico como una nueva forma de arte diferente a la escultura, el
video, la performance,… y donde el microprocesador será tan importante a su
arte como lo son los pinceles, la pintura y los lienzos para la pintura.
En ésta exposición entre otras muchas, vimos
piezas tan espectaculares como la “Robotic Chair” de los canadienses Max Dean,
Raffaelo D’Andrea y Matto Donovan. Una silla de madera de aspecto corriente que
en un momento dado se desmiembra por completo cayendo sus piezas por el suelo y
que al rato comienzan a moverse montándose de nuevo ella sola. France Cadet,
artista y profesora de robótica en la facultad de bellas artes de
Aix-en-Provence muestra animales robot que actúan al detectar nuestra
presencia. Los robots de Cadet son casi como animales de compañía. Su gato
robótico mira una pantalla en la que nada un pez. Parafraseando a Philip K.
Dick se pregunta “Sueñan los gatos robóticos con peces eléctricos?”. Son piezas
que cuestionan el comportamiento y los peligros de la ciencia. Joan Vallvé
expuso un violín y unas percusiones que tocaban solas. Ricardo Iglesias
presentó unas cámaras de vigilancia vivas que moviéndose libremente perseguían
al espectador grabando sus reacciones y proyectándolas en el propio espacio,
reflejando así la paranoia de inseguridad que afecta a la sociedad
contemporánea. El artista taiwanes Jen hui Liao creó una pieza que cuestiona la
relación entre el hombre y la máquina. ¿Quién domina a quién? "The
self-portrait machine" invita al usuario a realizar un autorretrato
asistido, en el que en realidad el dibujante humano no tiene a penas control
sobre el resultado, enteramente guiado por los movimientos del sistema.
Este tipo de piezas de arte robótico, rara vez
se pueden contemplar fuera de éste contexto de festivales o convocatorias
concretas. El arte electrónico, aun hoy día, no llega a los museos y galerías.
Existen raras excepciones como el MEIAC (Museo Extremeño e Iberoamericano de
Arte Contemporáneo) en Badajoz que tiene entre sus propósitos el atender el
media art que se desarrolla en la Península y en Iberoamérica. Pero la mejor
manera de conocer que es lo que sucede en el arte electrónico, multimedia o
tecnológico es acudir a festivales como el prestigioso Ars Electronica de Linz
(Austria) que en su próxima edición, a primeros de septiembre, estrenará un
espectacular y gigantesco espacio propio a orillas del Danubio. La Transmediale
en Berlin, es otro de los más interesantes festivales en éste ámbito. Nacida en
1988 como festival de video dentro de la Berlinale hoy investiga las practicas
artísticas que no solo respondan a un desarrollo científico o tecnológico, sino
que traten el pensamiento y las reacciones a éstos hechos técnicos o
científicos. Se pueden presentar proyectos para participar hasta final de
Julio.
Los festivales y convocatorias se extienden por el mundo. Por
nombrar unos pocos tenemos el AV Festival con carácter bianual en Inglaterra,
Art Futura (Madrid), los premios Vida Artificial de Telefónica, SIGGRAPH,
Observatori (Valencia), MEM (Bilbao), etc. En estos días y hasta final de
Julio, en Perú y con sedes en Lima, Cusco y Arequipa el VAE (Festival
Internacional Video/Arte/Electrónica) trata la experimentación en las artes
electrónicas y los nuevos medios. Todos ellos representan la oportunidad para
conocer el trabajo que los artistas realizan en sus talleres y en centros de
producción e investigación algunos tan importantes como el ZKM de Karlsruhe, el
MIT Media Lab de Massachusetts, o en lo sonoro el IRCAM de Paris.
El ser humano se siente atraído y a la vez
temeroso de la vida artificial. Es lo que Sigmund Freud describía en su ensayo
“Lo Siniestro" (Unheimlich) y lo que afirmaba Ernst Jentsch, acuñador del
término. Un miedo instintivo hacia nuestra copia inerte. ¿Nos llegarán a
dominar las máquinas como lo hace "The self-portrait machine"?
¿Substituirá el gato de Cadet a nuestras mascotas? ¿Tendrán sentimientos
nuestros muebles como parece tenerlos la “Robotic Chair”? El arte se plantea
hoy estos interrogantes.
Txema Agiriano
Publicado
originalmente en Mugalari
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