martes, 12 de abril de 2011

El intervalo luminoso


Instalaciones y transgresión

La exposición El intervalo luminoso sorprende en el Guggenheim con numerosos elementos transgresores e instalaciones de magnas dimensiones. Un recorrido atendiendo al arte más vanguardista con piezas realizadas desde mediados de los años 80 hasta ahora mismo. El cuerpo humano en los moldes y representaciones con excrementos y entrañas en la obra de Kiki Smith. Las inquietantes piezas realizadas a partir de moldes de Rachel Whiteread nos hablan del recuerdo y la memoria de los que ya no están entre nosotros. Mark Dion y Robert Williams crean dos armarios vitrina que comparan la cosmología de los alquimistas Ramón Llull y Robert Fludd. En sus columnas realizadas en malla de cuchillas, Kendell Geers, utiliza como referencia la novela de Joseph Conrad “El corazón de las tinieblas” un descenso a los infiernos y una crítica al imperialismo. Damien Hirst muestra su reflexión sobre el amor The Lovers materializada en tarros de vidrio con vísceras de vaca y un recuerdo a Francis Bacon con la instalación The Asthmatic Escaped. Hay que penetrar en la instalación de Annette Messager, para recoger la metáfora que nos lanza la artista a propósito del camino a recorrer de la inocente infancia a los conflictos de la edad adulta. Sorprenderá la instalación de la keniata Wangechi Mutu. Una obra con marcas de tiros, pelo en el suelo que se engancha en nuestros pies, pieles de animales y vino derramado. La humorística instalación del alemán John Bock nos lleva al mundo del cómic. Está basada en el propio film que se proyecta en la sala, una paródica road movie.

Una de las salas recoge la obra de algunos de los artistas más transgresores y rompedores de tabúes de la muestra. Es aquí donde encontramos también las únicas pinturas de la exposición con Martin Kippenberger o los cuadros con excrementos de elefante de Chris Ofili. En ésta sala tiene también su hueco las reflexiones sobre sexo y genero de la británica Sarah Lucas. Cabeza de tomate, el Mr Potato de Paul McCarthy, que incluye agujeros en sexo y ano para insertar las piezas intercambiables se ha convertido en la mascota de la exposición. Destaca también el crítico retrete con altavoces de Mike Kelley. La muestra ha querido incluir la obra de algunos artistas griegos como la instalación Body Milk de Alexandros Psychoulis, o la performance de Georgia Sauri que pudimos ver el pasado sábado. Nadie debería abandonar ésta exposición sin dedicar el tiempo necesario a visitar las cuevas que ha creado Thomas Hirschhorn. Sólo ésta pieza bien merece la visita.

Txema Agiriano

No hay comentarios:

Publicar un comentario