MODELOS DE POLÍTICA CULTURAL PARA LA REGENERACIÓN URBANA
El futuro está en las redes
La crisis económica afecta al mundo de la cultura y el arte. Nos encontramos en un momento en que el análisis de la situación y forma de actuar deben ser evaluados, valorando las oportunidades, no sólo por los políticos sino por todos los agentes culturales. Nuestra tradición de asociacionismo, coperativismo y movimiento social pueden ser una fortaleza.
El arte y la cultura se presentan hoy como los grandes generadores de riqueza y motores de regeneración urbana. Los planes económicos a nivel mundial ven en las industrias creativas la salvación económica de las ciudades postindustriales. Estos planes incluyen la construcción de museos, centros de arte y la creación de distritos creativos con el fin de aprovechar sinergias y configurar sectores y ciudades competitivas en materia creativa.
El discutido experto en crecimiento económico Richard Florida afirma en sus best-sellers para la regeneración urbana que en las áreas metropolitanas donde hay acumulación de creatividad hay potencial económico. Florida mide éste grado de creatividad principalmente a través de tres índices. De forma muy resumida podemos decir que el “bohemian index” define en que medida las personas estudiadas se guían por el dinero, el “diversity index” mediría el grado de tolerancia y el “gay index” el número de población gay. A mayor concentración de éstos índices habrá un mayor potencial económico. Una población creativa formada por gays, artistas, músicos y personas que utilizan en su trabajo las tecnologías de la información supone un interesante potencial para la ciudad que ve en las industrias culturales un medio de regeneración. Se propone como motor de la economía a personas que no se mueven por el dinero, sino por hacer lo que les gusta, lo que entendemos por trabajar “por amor al arte”. Este tipo de personas dueñas de pequeñas empresas creativas, a veces unipersonales, son motor y necesitan como clientes de las grandes industrias culturales como pueden ser el cine, la música y la televisión. Un caso paradigmático en éste sentido es el programa “Creative Nation” llevado a cabo en Escocia a través del Consejo de las Artes Escocés.
Todos estos planes naturalmente sustentas lógicas críticas. Con ellos se trata en definitiva de utilizar la cultura como un recurso para potenciar entre otros la construcción, el turismo, los servicios, etc. Los agentes culturales no serán productivos para si mismos sino para la ciudad creativa que es quien obtendrá el beneficio final, mientras los primeros seguirán malviviendo “por amor al arte”. La renta básica universal es para algunos la solución a ésta situación.
Si hasta aquí hablamos de regeneración urbana a través de la cultura es importante también analizar los tipos de políticas culturales que siguen nuestros gobiernos. Básicamente los podríamos agrupar en tres tipos, aunque todos ellos puedan a la vez mezclarse y llegar a formar los unos parte de los otros. El primero sería la política que apoya la cultura únicamente con fines electoralistas y como motor económico y que tiene en la inauguración de centros culturales, muchas veces vacíos de contenido, su máximo esplendor. Política al servicio de las constructoras y del llamado turismo cultural que inventa bienales de arte y crea nuevos museos de arte contemporáneo hipotecando casi totalmente la posibilidad de otro tipo de proyectos culturales. En los últimos años se suman a ésta iniciativa la creación de centros de producción, un hecho lógico ante la saturación de museos y ante la actual primacía que hoy incluso museos y galerías de arte, dan a la producción frente a la mera exposición. Centros de producción que contribuyen a que el artista cree en mejores condiciones, pero nunca a salir de la precariedad.
El segundo tipo de política cultural es el tecnócrata. Se trata de un estilo totalmente dirigido a través de becas, ayudas, premios y planes estratégicos, donde todo está estrictamente marcado y donde el resultado es ya conocido antes de que nada acontezca. Un tipo de política que sirvió en los años posteriores a la dictadura pero que hoy a quedado obsoleto y por tanto debería renovarse.
El tercer y más interesante tipo de política cultural es el que estimula la participación de todos los agentes culturales propiciando el encuentro y las nuevas ideas. Se crean líneas generales donde se permita y estimula la participación. En éste caso las decisiones no van necesariamente de arriba abajo sino que pueden ir en cualquier sentido. Este tipo de política cultural es el que nos lleva a la innovación. En el se combinan múltiples variables. No se desdeña la repetición de procesos aprendidos siempre mejorándolos, pero se mira hacia el futuro. Se potencia la interlocalización, la salida de nuestras fronteras y el dar pasos en campos totalmente nuevos traspasando límites. En ésta política la creación de redes, alianzas y vínculos es fundamental, pero no es necesario que todos ellos lleven los mismos fines. Así se pueden trazar vínculos técnicos, otros con carácter comercial y por que no, también de carácter emocional ya que todos ellos influirán de forma positiva en el proyecto.
El entramado social actual ha cambiado gracias al impacto innovador de las redes sociales y así nuevas interacciones y aprendizajes recíprocos, muchos aun no estudiados, suceden cada día. Como afirma Charles Leadbeater, exasesor de Tony Blair en los planes británicos de industrias creativas materializados como Cool Britania, la participación, más que el consumo o la producción serán la llave organizativa de la sociedad futura. El futuro está en las redes.
Txema Agiriano
Publicado originalmente en Mugalari el 16 de Julio de 2010
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