Imágenes sobre una ficción construida
Black Box es una pequeña galería, dedicada en exclusiva a la fotografía, que dirigida por Ignacio Fernández “Teio” abrió sus puertas tímidamente a finales de 2010 en el degradado, pero emergente y activo barrio de San Francisco. Es un esfuerzo loable –crear un nuevo espacio para éste medio que muy pronto cumplirá 200 años– para el que el coleccionista privado de arte aún muestra absurdas reticencias en el momento de decidir la adquisición de una obra.
Las fotografías de Orbea, magníficamente presentadas sobre dibond y metacrilato a un tamaño de 120 x 80 cm, representan situaciones cotidianas con la pantalla del televisor como protagonista.
Hiroshi Sugimoto fotografía una película de cine completa con su cámara fotográfica haciéndola desaparecer. En la fotografía la pantalla cinematográfica aparece en blanco. De igual modo las imágenes de la pantalla televisiva de la artista bilbotarra han sido devoradas las unas por las otras presentando un blanco brutal que quema la propia imagen. Contemplando esta serie fotográfica viene a mi mente el recuerdo del filme “Videodrome”, de David Cronenberg, donde la televisión ejerce una seducción hipnótica sobre el espectador atrapándolo. Los personajes de las fotografías de Irune J. Orbea parecen estar justo en la fase previa.
A la manera del canadiense Jeff Wall en “Un abismo de lo cotidiano”, la artista ha realizado una minuciosa preparación de escenarios y actores. El resultado tiene un buscado carácter teatral. Todo es atrezzo. Para confirmar esta teoría, junto a la serie de fotografías, Orbea a colgado otra, impresa sobre lona y casi a modo de telón, que nos habla de su misterio. Un plató de fotografía donde están dispuestos focos, pantalla, escalera y donde incluso aparece la propia fotógrafa. Un trabajo fotográfico con una fuerte conexión teatral.
Txema Agiriano
publicado originalmente en Gara el 9 de junio 2011
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